Hermoso y poético balneario (pueblo) de la costa del Chile central, de no más de 3.000 habitantes que la habitan de modo permanente. Durante el verano se quiebra su paz, para albergar visitas que sobrepasan los 10.000 paseantes. Lugar de residencia permanente del poeta Nicanor Parra (Premio Nacional de Literatura), Pedro Alonzo (poeta, escritor y pintor), Gustavo Frias (escritor), Jaime Silva (dramaturgo)Rimberto Tobar (poeta popular)Andrés Jullian (ilustrador).
domingo, 20 de diciembre de 2020
Calle Pedro Pablo González
A la altura del 500 en la Avenida Las Salinas, se encuentra una pequeña calle que baja en suave declive con el nombre de Pedro P. González.
Sólo los muy antiguos habitantes “originarios” de nuestro pueblo/balneario, pueden referir algún antecedente del personaje que ameritó ponerle su nombre; Pedro Pablo González.
A principios del siglo 20, existió un pescador cuya fama perduró por muchos años en Las Cruces: Pedro Pablo González, el que fue considerado por muchos años un verdadero patriarca de los pescadores de la Caleta de Las Cruces, también llamada Varadero por los más antiguos, por constituir el punto de embarque y desembarque de las mercaderías provenientes fundamentalmente de Valparaíso, previo a la construcción de caminos regularmente transitables durante todo el año.
En el libro “Pesca y Caza en Chile” editado el lejano año 1938 por Jorge Walton, se ofrece una reseña con el título PEDRO PABLO, EL PESCADOR, HA MUERTO, que describe con emocionada claridad su importancia.
Transcribo el párrafo:
“En Las Cruces están de duelo”. Por primera vez en Las Cruces se han puesto de acuerdo: El Quirinal y El Vaticano lloran a Pedro Pablo. Muy pocos eran los que conocían el apellido, pero, tanto los grandes como los chicos querían a este intrépido pescador que rindió su vida tratando de salvar la del joven Urízar. Pedro Pablo nació en el mar; era el pescador de Las Cruces y el amigo de los bañistas. Hasta “Don Pedro Errázuriz” se sentía seguro y desafiaba las primeras olas cuando Pedro Pablo estaba cerca.
De noche salía a la mar, el congrio y a la corvina, y siempre estaba de vuelta a la hora en que las empleadas comienzan a despabilarse; con ellas se entendía, iba de casa en casa entregando pescado; nadie le preguntaba el precio, tenía precios fijos, a lo más le decía: Misia Clarita, le dejaré una media arroba, es lo que deja siempre la patrona. El sabía el consumo de cada casa y más tarde pasaba a recoger el dinero; nadie le discutía lo que cobraba: era Pedro Pablo. Y se fue, murió víctima de su arrojo y de la nobleza de su alma, no permitiendo que un niño se ahogara a su vista sin hacer un supremo esfuerzo por salvarlo. Los habitantes del Vaticano y del Quirinal se han puesto de acuerdo para llamar en lo futuro con el nombre de este héroe a Playa Blanca, y erigir en su memoria a orillas del mar en la caleta de pescadores, un modesto monumento a su nombre”.
La muerte de Pedro Pablo se habría producido en la Playa Grande. La caleta no lleva su nombre y nunca se erigió el prometido monumento, pero la tradición oral permitió que su nombre y su presencia sobrevivieran al implacable paso del tiempo. Desconozco al que tuvo la idea de ponerle su nombre a una modesta calle de nuestro pueblo/balneario, pero lo felicito por rescatar del olvido a un personaje nuestro, un pequeño héroe de nuestro pasado.
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